La primera imagen europea de la tierra salvadoreña
El 8 de marzo de 1576, el oidor y licenciado Diego García de Palacio (1540-1595), un alto funcionario del sistema judicial español, radicado en la ciudad de Santiago de Guatemala (ahora Antigua Guatemala), fechó una misiva dirigida al monarca español Felipe II “El prudente”. En esa apresurada carta, aquel empleado de la corona ibérica daba relación detallada de su visita a buena parte de la zona oriental de la Gobernación de Guatemala, en la que destacó a los ausoles de Ahuachapán, ubicados en el territorio nahua-pipil de Izalco:
«Hay alacranes y unos gusanos peludos que con cualquier cosa que su cuerpo toque, emponzoñan y a veces matan y otros que llaman ciento pies, tan malos y tan venenosos como los dichos; grandes culebras y culebras víboras malísimas, y otras sabandijas pestilenciales y muy dañosas de diferentes especies, que espantan con los malos efectos que ellas y con ellas hacen: hay unas que crían un cornezuelo en la cabeza de que los malos usan para sus sucias lujurias de efecto extraño, y para lo mismo hay unos escarabajos muy grandes, los cuernos de los cuales aún son peores y de más mala operación».
La epístola de García de Palacio fue procesada por el primer cronista de Indias, Antonio de Herrera y Tordesillas (1549-1625), quien incluyó la trascripción completa de ese valioso documento, con unas ligeras modificaciones, en su monumental obra Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firme del Mar Océano, publicada entre 1601 y 1615.
Ese texto epistolar tuvo repercusiones fuera de España, en otras latitudes del suelo europeo, donde las revelaciones maravillosas de la tierra americana causaban admiración, estupor y temor, en especial si eran reflejadas mediante los fantásticos dibujos y grabados del impresor y calvinista flamenco Theodor de Bry (1528-1598). Basados en La historia del mondo nuovo del explorador Girolamo o Hieronymus Benzoni (¿1519-1566?, publicada en Venecia, en 1565), el grabador De Bry y sus hijos Johann Theodor (1561-1623) y Johann Israel (¿1561?-1609) incluyeron un resumen del texto de García de Palacio como pie de página de uno de sus grabados en cobre, el primero de la historia hispanoamericana destinado a mostrar la zona eruptiva de Izalco, en la que por entonces estaban comprendidos los territorios de la Alcaldía Mayor de Sonsonate, las jurisdicciones actuales de los departamentos salvadoreños de Ahuachapán, Sonsonate y Santa Ana.
Ese grabado fue incluido como lámina 11 del libro XIV de la amplia serie de Viajes a las Indias Occidentales (1590-1634), publicada en alemán y latín, como parte de su magna obra Collectiones peregrinatorum in Indiam Orientalem et Indiam Occidentalem (Estrasburgo y Francfort del Meno, 1590-1634), la cual tenía como finalidad acrecentar la leyenda negra de salvajismo y muerte que ya se cernía sobre España por la conquista de las tierras americanas. Por esa razón y por la belleza de sus materiales gráficos, los grabados de De Bry y sus sucesores merecieron ser objeto de otras reimpresiones, resúmenes y hasta falsificaciones.
En tiempos recientes, una reimpresión completa de todos los grabados y mapas que comprenden a los dominios europeos en el Nuevo Mundo fue realizada bajo el título América por la casa editorial Siruela (Madrid, 1992). En 2019, el sello editorial europeo Taschen publicó los materiales americanos de De Bry bajo el título America: toutes les planches 1590-1602, un volumen ilustrado de 376 páginas, con edición dirigida por los doctores Michiel van Groesen y Larry E. Tise.
En el grabado de la amplia región izalqueña hecho por De Bry pueden verse volcanes en violenta actividad eruptiva. En 1576, el volcán de Santa Ana hizo erupción, mientras que el Izalco no era más que un ausol en esas fechas, que comenzó actividad eruptiva a partir de 1722 y su cono comenzó a crecer desde 1770.
El grabado del taller de De Bry también presenta ríos, figuras humanas desnudas, chozas dispersas, un unicornio (bestiario fantástico) y varios especímenes aún existentes dentro de la fauna local. Los biólogos salvadoreños Ricardo Ibarra y Néstor Herrera identificaron, abajo (de izquierda a derecha), ardilla, alacrán, masacuata, mano de piedra (serpiente), caimán, tacuazín blanco o corriente nocturno; arriba (mismo sentido), cocodrilo, cusuco, tacuazín cuatro ojos, iguana y pumas (dibujados como guepardos).
En 2007, una copia del grabado metálico sin colores (como es el original) fue intervenida con colores aplicados por medio de computadora por el diseñador e historiador salvadoreño Dr. Ricardo Castellón, para ser usado en un evento de Ciencias de la Tierra promovido por la empresa estatal LaGeo y la Academia Salvadoreña de la Historia.
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