Mapas del Bicentenario de Independencia: Sonsonate en un mapa entre dos siglos
Sin duda alguna, Sir Edmund Halley (1656-1742) fue el más importante de los astrónomos europeos y, antes de Isaac Newton, uno de los más importantes científicos del Reino Unido entre los siglos XVII y XVIII. Su amplísimo conocimiento de los fenómenos celestes hizo que la corona británica lo enviara a la isla de Santa Elena para realizar las primeras observaciones científicas de las posiciones de las estrellas en el hemisferio sur.
A su regreso a Londres, en 1678, fue electo miembro de la Royal Society y fue nombrado editor de su revista institucional, The Philosophical Transactions. En 1703, Halley fue nombrado profesor de geometría en la Universidad de Oxford. En 1721, sucedió a John Flamsteed en el puesto de astrónomo real en el observatorio de Greenwich.
En 1686, Halley publicó un mapamundi en las páginas internas de uno de los números de The Philosophical Transactions. En ese trabajo cartográfico, usó una serie de flechas sobre los océanos para representar las direcciones de los vientos alisios y monzónicos. De esa manera, trazó el que ahora es considerado el primer mapa meteorológico publicado, en que las observaciones científicas encontraron un canal adecuado de transmisión mediante su representación visual. Con ese y sus otros mapas, Halley se convertiría en uno de los padres de las cartografías temática y estadística, aparte de asociar su nombre con el cometa más famoso de todos los tiempos, del que predijo sus retornos periódicos cada 76 años, a partir de una publicación hecha en 1706.
Gran bebedor de brandy, en 1698 fue nombrado capitán de la Royal Navy y enviado a recorrer el océano Atlántico a bordo del Paramore Pink. Su misión principal encomendada fue trazar la variación del campo magnético de la Tierra en los hemisferios occidental y oriental, con la expectativa de que esa investigación ayudara a resolver el antiguo problema de la longitud en el mar. Su teoría del magnetismo terrestre, basada en la supuesta existencia de cuatro polos magnéticos en la Tierra, Halley la dejó postulada en dos mapas innovadores, trazados en 1700 y publicados en 1701 y 1702.
Uno de ellos fue esta Nautica Nova…, un mapamundi grabado en cobre, tipo mural (según la edición, mide entre 52 y 54 cm por 145 y 150 cm), impreso en tres hojas unidas pintado a mano con colores lavados. Usó la proyección de Mercator con una línea ágona en medio del Atlántico y líneas isogónicas o isolíneas, lo que lo convirtió en el primer trabajo mundial en emplear esos trazos de igual variación magnética en los océanos: las llamadas líneas Halleyanas que, durante al menos los siguientes 100 años, marcaron el trazado de los mapamundis.
Este trabajo cartográfico de Halley hace explícita la diferencia angular existente entre la verdadera dirección norte-sur (es decir, la astronómica) y la declinación magnética o alineación de la brújula. Aunque su teoría electromagnética fue desacreditada con el paso del tiempo -cuando se supo que las variaciones magnéticas fluctúan con el tiempo-, es importante destacar que Halley y sus líneas isogónicas dieron origen a las magnitudes cartográficas modernas, fundamentadas en isotermas, isobaras, etc.
En la Tabula Nova de Halley, trazada con escala 1:31,000,000, el continente americano figura al centro y Australia, China y el sur de Asia aparecen repetidos al este y al oeste. También presenta un mapa inserto de las regiones polares septentrionales.
Este mapamundi fue publicado por primera vez dentro del cuarto tomo de The English Pilot (Londres, Mount & Page, 1701). Al año siguiente, esa misma casa editora publicó la versión mural separada, seguida poco después por dos ediciones holandesas de Pierre Mortier y Hendrik Halma.
En 1730, en Ámsterdam, los editores Reiner y Ottens, hicieron una nueva edición del mapamundi, considerada la más atractiva por su colorido y por la inclusión de una ilustración adicional con las direcciones mundiales del viento. Además, información adicional en inglés, francés y holandés fue agregada en diversas partes del trabajo, dentro de cartelas con motivos fitomórficos o alegorías mitológicas grecorromanas.
Fuera del trabajo innovador de Halley con las líneas isogónicas y las corrientes de viento, es de justicia señalar que mucha de su información cartográfica es una combinación entre observaciones y trazos muy precisos (véase en este blog la comparación georreferenciada de un fragmento de su mapa con una imagen satelital de la NASA), combinada con información que ya había sido descartada o modificada por los marinos portugueses y españoles, así como también por los corsarios ingleses. Para el caso, California no era vista más como una isla y ya existía información de otros puntos dentro de tierra, ya no sólo los puertos registrados en las cartas de pilotaje o portulanos.
En el caso del territorio salvadoreño, resulta curioso que Halley le diera más importancia al registro anacrónico del topónimo La Trinidad, un nombre que a inicios del siglo XVIII ya estaba en desuso para referirse a la villa de Sonsonate, cabecera de la Alcaldía Mayor del mismo nombre, que abarcaba la mayor parte de los actuales departamentos salvadoreños de Sonsonate, Ahuachapán y el sur del de Santa Ana. Por otra parte, es significativo que Halley no registrara la existencia estratégica del golfo de Fonseca, empleado más de alguna vez por corsarios para reabastecerse en sus correrías de pillaje por las costas desde Panamá hasta Acapulco.
Para mayores referencias, puede consultarse a:
-COOK, Alan. Edmund Halley. Charting the Heavens and the Seas (Oxford, Clarendon Press, 1998).
-EDNEY, Matthew H. y SPONBERG PEDLEY, Mary (eds.). The History of Cartography. Volume four: Cartography in the European Enlightenment (Chicago, University of Chicago Press, 2020).
-HALLEY, Edmond. The Three Voyages of Edmond Halley in the Paramore, 1698-1701 (Londres, Hakluyt Society, 1981).
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